¿Te has preguntado por qué mujeres que parecen tenerlo todo terminan en relaciones con hombres que claramente no las valoran? Es un fenómeno más común de lo que parece, y hay múltiples razones detrás de estas elecciones aparentemente contradictorias. Según Gregory Louis Carter de la Universidad de Durham, muchas mujeres sienten una atracción hacia hombres con personalidades del “Triángulo Oscuro”: narcisismo, psicopatía y maquiavelismo, independientemente de su apariencia física. Este tipo de hombres no solo son buenos manipuladores, sino que también generan una emoción intensa que puede ser difícil de resistir.
Un estudio publicado en Psychology Today explica que las mujeres que tienden a sentir una gran culpa y vergüenza pueden ser particularmente vulnerables a estos «chicos malos» que parecen no tener esas cargas emocionales. La falta de remordimientos y la aparente libertad emocional de estos hombres puede ser extrañamente atractiva para aquellas que buscan escapar de sus propios sentimientos de culpa. Entender mejor esto puede ayudar a muchas mujeres a reconocer y romper estos patrones antes de que se conviertan en relaciones dañinas.
1. La ilusión del reto
Las mujeres con una personalidad fuerte suelen disfrutar de retos en todos los aspectos de su vida. En ocasiones, un hombre problemático puede parecer un proyecto interesante. La idea de ser quien lo «salve» o «cambie» puede ser irresistible, aunque a menudo resulta ser un callejón sin salida. Imagínate a Laura, una ejecutiva exitosa que siempre ha superado obstáculos en su carrera. Cuando conoce a Pedro, un hombre con un pasado complicado y comportamientos problemáticos, ve en él un nuevo desafío, similar a los que ha enfrentado en su vida profesional.
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Intentar cambiar a alguien puede sentirse como una misión noble. Laura puede pensar que, con suficiente amor y paciencia, Pedro dejará atrás sus hábitos destructivos y se convertirá en la pareja ideal. Sin embargo, esta creencia es muchas veces ilusoria y no reconoce la autonomía de Pedro para cambiar por su propia cuenta. A lo largo del tiempo, Laura puede encontrarse atrapada en un ciclo interminable de intentos fallidos, sacrificando su bienestar emocional en el proceso.
Por último, el deseo de superar estos retos puede hacer que Laura ignore las banderas rojas en la relación. La misma determinación que la hizo triunfar en su carrera puede llevarla a minimizar o racionalizar el comportamiento negativo de Pedro. Puede convencerte a sí misma de que cada pequeño paso hacia adelante es una victoria, incluso si esos pasos no son suficientes para un cambio real y sostenible.
2. Fuerza malinterpretada
A veces, estas mujeres se sienten atraídas por hombres que aparentan tener una confianza similar. Sin embargo, la línea entre confianza y arrogancia es muy fina. Lo que al principio puede parecer una seguridad arrolladora puede, con el tiempo, revelarse como un ego inflado y una incapacidad para valorar a los demás. Por ejemplo, Ana conoce a Javier, quien inicialmente parece tener una seguridad en sí mismo muy atractiva. Sin embargo, con el tiempo, esa confianza se revela como una fachada para un comportamiento controlador y despectivo.
Además, la fuerza y la seguridad pueden ser malinterpretadas como estabilidad emocional. Ana podría pensar que Javier, con su aire de confianza, es emocionalmente estable y capaz de manejar las dificultades de la vida. Pero en realidad, Javier puede estar utilizando esa apariencia de seguridad para ocultar inseguridades profundas y comportamientos tóxicos. Ana podría quedarse en la relación, creyendo que con el tiempo, Javier mostrará la estabilidad emocional que tanto anhela.
Las mujeres fuertes pueden sentirse atraídas por hombres que también parecen «fuertes», sin darse cuenta de que la verdadera fuerza no necesita mostrarse de manera agresiva o despectiva. La fortaleza verdadera implica humildad y capacidad para escuchar y cambiar. Ana puede darse cuenta demasiado tarde de que la «fuerza» de Javier es solo una máscara para ocultar su incapacidad de ser realmente vulnerable y conectar emocionalmente.
3. Patrones familiares
Las personas tienden a repetir patrones aprendidos en la infancia. Una mujer que creció en un hogar donde las relaciones eran conflictivas o donde el amor estaba vinculado al sufrimiento, puede sentirse inconscientemente atraída por hombres que replican esas dinámicas. Imagina a Clara, cuya niñez estuvo marcada por la relación tumultuosa de sus padres. Inconscientemente, Clara puede buscar relaciones que reflejen ese mismo caos y drama, ya que es lo que conoce como «normal».
Repetir patrones familiares puede ser una forma de intentar resolver viejas heridas. Clara puede sentir que, al corregir una relación problemática en su vida adulta, está de alguna manera arreglando lo que estaba roto en su infancia. Este intento de sanación, aunque bien intencionado, a menudo la mantiene atrapada en un ciclo de relaciones dañinas que solo perpetúan su dolor en lugar de curarlo.
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Los patrones familiares pueden influir en las expectativas de lo que es una relación amorosa. Clara puede asociar el amor con la lucha y el conflicto, creyendo que si no hay drama, entonces no hay pasión ni profundidad en la relación. Esto la lleva a quedarse con hombres que no la tratan bien, porque siente que las relaciones pacíficas y equilibradas son aburridas o superficiales.
4. Demasiada empatía
La empatía es una gran cualidad, pero cuando no se gestiona bien, puede llevar a situaciones complicadas. Las mujeres fuertes suelen tener un corazón grande y un deseo innato de ayudar a los demás. Esto puede hacerlas más propensas a quedarse en relaciones tóxicas, esperando que su amor y apoyo sean suficientes para cambiar a su pareja. Marta, por ejemplo, se siente profundamente conectada con los problemas de Juan y quiere ayudarlo a superar sus dificultades, creyendo que su amor puede ser la solución.
Esta empatía puede hacer que Marta minimice su propio sufrimiento en favor del bienestar de Juan. Su deseo de ayudar puede hacer que ignore sus propias necesidades emocionales y físicas. Puede justificar el comportamiento de Juan, pensando que él está pasando por un mal momento y que eventualmente mejorará. Este ciclo de auto-sacrificio puede ser difícil de romper y puede llevar a Marta a perder de vista su propia felicidad y bienestar.
La empatía desbordante puede ser agotadora. Marta puede invertir tanto en la relación que termina emocionalmente exhausta, sin recibir el mismo nivel de apoyo a cambio. Este desequilibrio puede desgastar su fortaleza emocional y hacer que se sienta atrapada en una relación que no la satisface, pero de la que no se siente capaz de salir por temor a abandonar a alguien que cree necesita su ayuda.
5. Tienen una autoestima fluctuante
La fortaleza exterior no siempre refleja un interior igual de sólido. Muchas mujeres fuertes pueden tener momentos de duda y baja autoestima. En esos momentos, un hombre problemático puede parecer una elección lógica, ya que confirma sus peores temores sobre sí mismas y justifica su necesidad de «probar» su valía. Carolina, que siempre ha sido vista como una mujer segura y exitosa, puede tener momentos de inseguridad en los que siente que no merece algo mejor que las migajas de afecto que recibe de Miguel.
Además, la baja autoestima puede hacer que Carolina se sienta responsable del comportamiento de Miguel. Puede creer que si fuese mejor pareja, Miguel no se comportaría de manera tan dañina. Esta creencia la lleva a trabajar aún más en la relación, tratando de «ganarse» el amor y la aprobación de Miguel, a pesar de que él no haga ningún esfuerzo para mejorar su propio comportamiento.
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Esto puede hacer que Carolina se quede atrapada en un ciclo de auto-sabotaje. Cada vez que Miguel muestra un destello de afecto, Carolina siente una validación temporal, solo para ser derrumbada nuevamente por su comportamiento negativo. Este ciclo de esperanza y decepción puede ser adictivo y mantenerla atrapada en una relación que perpetúa sus inseguridades.
6. Idealizan demasiado el romanticismo
El cine y la literatura están llenos de historias donde la protagonista fuerte se enamora del chico malo, y su amor lo transforma. Este mito del amor redentor es potente y puede hacer que muchas mujeres crean que su relación será la excepción y que su amor será suficiente para cambiar a su pareja. Sara, por ejemplo, ha crecido viendo películas donde la heroína transforma al chico problemático con el poder de su amor. Esta narrativa le da esperanza de que su amor por Andrés eventualmente lo hará cambiar.
El ideal del amor redentor puede hacer que Sara pase por alto comportamientos inaceptables. En su mente, cada pequeño paso hacia adelante que Andrés da es una señal de que el cambio es posible. Incluso si esos pasos son mínimos y seguidos de retrocesos, Sara sigue aferrándose a la esperanza de que su historia tendrá un final feliz, como en las películas.
Este romanticismo idealizado puede impedir que Sara vea la relación tal como es. La fantasía de ser la «salvadora» de Andrés nubla su juicio y le hace ignorar las realidades dolorosas de la relación. En lugar de buscar una pareja que ya tenga las cualidades que ella valora, se queda atrapada intentando convertir a Andrés en alguien que él no es, ni probablemente será.
7. Miedo a la vulnerabilidad
Para muchas mujeres fuertes, mostrar vulnerabilidad puede ser un gran temor. Estar con un hombre que es problemático puede ser una forma de evitar relaciones más igualitarias y sanas, que requerirían una apertura emocional y una vulnerabilidad que les resulta aterradora. Imagina a Elena, que siempre ha sido la persona en control, tanto en su vida personal como profesional. Estar con un hombre como Luis, que tiene sus propios problemas y distracciones, le permite a Elena evitar mirar sus propias inseguridades de cerca.
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La vulnerabilidad puede hacer que una mujer fuerte sienta que está perdiendo el control. Elena puede temer que abrirse completamente la haga parecer débil o la ponga en una posición de desventaja. Luis, con sus propios problemas, le ofrece una excusa perfecta para no tener que enfrentar sus propias emociones y miedos más profundos, manteniendo así una apariencia de fortaleza.
La dinámica de una relación problemática puede servir como una distracción de problemas internos. Mientras Elena se enfoca en los problemas de Luis y en cómo ayudarlo, no tiene que enfrentarse a sus propios sentimientos de soledad, inseguridad o miedo. Esta distracción puede ser una forma de protección, pero a largo plazo, impide que Elena encuentre una conexión sana con alguien que la valore por completo.
8. Atracción por la intensidad
Las relaciones con hombres difíciles pueden ser intensas y apasionadas. La montaña rusa emocional puede ser adictiva para algunas personas, proporcionando un sentido de drama y excitación que les falta en otros aspectos de su vida. Paula, por ejemplo, puede sentirse viva y llena de adrenalina cada vez que su pareja, Roberto, tiene uno de sus episodios dramáticos. Esta intensidad, aunque agotadora, puede ser interpretada como una señal de un amor profundo y verdadero.
La intensidad de estas relaciones puede hacer que Paula sienta que está viviendo una historia de amor épica. La lucha constante y las reconciliaciones dramáticas pueden parecer románticas y apasionadas. Sin embargo, esta percepción suele ser engañosa, ya que el verdadero amor y la compatibilidad no requieren de drama constante para ser significativos.
Esto puede hacer que Paula pase por alto la importancia de la estabilidad y la tranquilidad en una relación. Puede confundir la paz y la consistencia con aburrimiento, creyendo que una relación «normal» no tiene suficiente chispa. Esto la lleva a perpetuar un ciclo de relaciones tumultuosas, sin darse cuenta de que una relación sana también puede ser apasionada, pero de una manera que nutre y apoya a ambas partes.
9. Esperanza y optimismo
Finalmente, muchas mujeres fuertes son también muy optimistas. Ven el potencial en las personas y creen firmemente en el poder del cambio. Esta creencia las puede mantener en relaciones con hombres problemáticos mucho más tiempo del que deberían, con la esperanza de que el cambio llegará. Marina, por ejemplo, puede ver destellos de bondad en su pareja, Iván, y aferrarse a esos momentos como prueba de que un cambio positivo es posible.
El optimismo puede hacer que Marina minimice los aspectos negativos de la relación. Puede enfocarse en las cualidades buenas de Iván, y ver sus comportamientos negativos como temporales o circunstanciales. Este enfoque puede llevarla a justificar y perdonar repetidamente conductas inaceptables, prolongando así una relación que no le trae felicidad ni crecimiento.
La esperanza de este cambio puede hacer que Marina se sacrifique en exceso, poniendo sus propias necesidades y bienestar en segundo plano. Su optimismo y fe en el potencial de Iván pueden llevarla a tolerar situaciones que son emocionalmente perjudiciales, en lugar de buscar una relación que le ofrezca el respeto y la reciprocidad que merece. Este sacrificio puede desgastar su fortaleza y dejarla sintiéndose vacía y desilusionada.