Más conocido coloquialmente como «darle demasiadas vueltas» o, en términos más formales, rumiar, es bastante común, especialmente en una sociedad que valora el exceso de información y la productividad constante. Pero, ¿te has preguntado alguna vez por qué te pasa demasiado esto?
Mark Twain una vez dijo: «Me he preocupado por muchas cosas en mi vida, la mayoría de las cuales nunca sucedieron». Y es que nuestro cerebro está programado para anticipar problemas como mecanismo de supervivencia, pero en la era moderna, esta función a menudo se dispara por cosas que, a decir verdad, no son tigres dispuestos a comernos. Este exceso de pensamientos puede ser contraproducente, llevándonos a estresarnos por situaciones que, o bien no son tan graves, o ni siquiera han ocurrido.
Sin embargo, reconocer que estamos dándole demasiadas vueltas a algo es el primer paso para aprender a gestionarlo. Y es aquí donde entra la importancia de estrategias como el mindfulness y la meditación, recomendadas por psicólogos y expertos en salud mental, como el Dr. Jon Kabat-Zinn, para anclar nuestros pensamientos al presente y reducir ese eterno bucle mental.
¿Por qué piensas demasiado?
Pero, ¿qué hay detrás de todo esto? ¿Por qué tu cerebro decide, justo antes de dormir, que es el mejor momento para recordarte esa conversación embarazosa de hace cinco años? Vamos a ver a continuación las principales causas.
1. Buscas el perfeccionismo
Una de las razones principales por las que puedes encontrarte pensando en exceso es el perfeccionismo. Querer que todo salga perfecto es una presión enorme que te pones a ti mismo, y cuando las cosas no van según lo planeado, tu mente se pone a trabajar horas extras. Esto se convierte en un círculo vicioso, donde el miedo a cometer errores te lleva a pensar más y más, paralizándote en el proceso.
2. Tienes ansiedad y estrés
El estrés y la ansiedad son, lamentablemente, demasiado comunes en nuestra sociedad. Estos estados emocionales no solo afectan tu bienestar físico, sino que también tienen un impacto directo en tu capacidad para pensar con claridad. Cuando estás ansioso o estresado, tu cerebro se prepara para el «modo de supervivencia», haciendo que cualquier pensamiento o preocupación parezca mucho más grande de lo que realmente es.
Ahora no es el momento de pensar en lo que no tienes. Piensa en lo que puedes hacer con lo que hay.
Ernest Hemingway
3. Hay una sobrecarga de información
Vivimos en la era de la información, donde el acceso a cualquier dato está a solo un clic de distancia. Aunque esto puede ser increíblemente útil, también significa que estamos constantemente bombardeados con información, lo cual puede ser abrumador. Esta sobrecarga hace que sea difícil para tu cerebro filtrar lo que es importante, llevándote a pensar en exceso sobre todo lo que recibes.
4. Miedo al futuro y arrepentimiento del pasado
Mirar hacia atrás y lamentarse por las decisiones pasadas, o mirar hacia adelante con miedo a lo desconocido, son dos caras de la misma moneda que te hacen pensar demasiado. Esta tendencia a preocuparse por lo que fue y lo que será puede robarte la capacidad de vivir y disfrutar el presente.
5. Buscas la necesidad de control
La necesidad de sentir que tienes control sobre cada aspecto de tu vida puede llevarte a pensar en exceso. Este deseo de control nace del miedo a lo incierto, pero paradójicamente, cuanto más intentas controlar todo, más te das cuenta de lo imposible que es, lo que solo alimenta el ciclo de pensamientos excesivos.
6. Te comparas con los demás
Gracias a las redes sociales, es más fácil que nunca compararse con los demás. Ver la «vida perfecta» de alguien en Instagram o Facebook puede hacerte cuestionar tu propio valor y decisiones, lo que lleva a un exceso de reflexión y duda sobre tus propias experiencias y logros.