Volver con un ex que te ha hecho daño suena ilógico, pero es más común de lo que crees. Según un estudio publicado por la Universidad Estatal de Kansas, alrededor del 40% de las parejas que terminan vuelven a intentarlo al menos una vez. ¿Por qué? Porque las relaciones intensas generan un tipo de apego emocional que, literalmente, actúa como una droga. Tu cerebro crea una adicción a los altibajos emocionales, y esa montaña rusa se vuelve tan familiar que te cuesta dejarla atrás, incluso cuando sabes que te hace daño.
La nostalgia
Cuando piensas en tu ex, lo más probable es que tu mente se quede con los momentos bonitos. Esa canción que os gustaba, el sitio al que ibais siempre, las risas que compartisteis… Todo eso se convierte en una versión romántica de la realidad. El cerebro tiende a borrar el dolor y destacar lo bueno, un fenómeno psicológico llamado sesgo de positividad retrospectiva. Esto puede hacerte pensar que la relación no era tan mala y que «quizás esta vez sí funcione».
Miedo a la soledad
Uno de los mayores motivos por los que volvemos con alguien que no nos conviene es el miedo a estar solos. La soledad se siente como un vacío incómodo que muchos intentan llenar con lo primero que tienen a mano: su ex. Un estudio publicado en el Journal of Social and Personal Relationships concluyó que las personas con mayor miedo a la soledad tienen más probabilidades de volver con una expareja tóxica, incluso cuando son conscientes del daño que les causa. ¿Te suena?
La falsa esperanza del «ha cambiado»
Seguro que más de una vez has pensado que esta vez será diferente. Que ha madurado. Que ahora sí se da cuenta de lo que perdió. Pero el cambio real requiere tiempo, esfuerzo y responsabilidad emocional, no solo promesas vacías o mensajes sentimentales a las 2 de la madrugada. Muchas veces, volvemos porque queremos creer que el final fue un error y que el cuento puede tener un nuevo capítulo más feliz. Pero ojo: repetir patrones sin aprender nada nuevo solo lleva a más dolor.
El ego también juega su papel
Aunque no lo parezca, el ego influye muchísimo en estas decisiones. A veces no volvemos porque amemos a esa persona, sino porque nos duele que nos hayan dejado o porque no soportamos perder. Volver se convierte en una forma de reafirmar nuestro valor, como si lograr que nos quieran otra vez fuera una especie de trofeo. Pero el amor propio no se mide en cuántas veces alguien vuelve a ti, sino en cuántas veces te eliges a ti mismo por encima de lo que te hace daño.
¿Cómo romper el ciclo?
Salir de ese círculo vicioso no es fácil, pero es posible. Primero, reconoce que saber que te hace mal ya es un gran paso. Luego, rodéate de apoyo emocional: amigos, familia, o incluso terapia si lo necesitas. Haz una lista (sí, escrita) de las razones por las que la relación terminó y léela cada vez que sientas esa tentación de volver. Y sobre todo, trabaja en tu autoestima. Una persona que se valora, no acepta migajas de afecto, busca una historia en la que el amor no duela.
Volver con un ex que te hace mal puede parecer la opción más fácil, pero es la más dañina a largo plazo. Hay un momento en el que tienes que dejar de idealizar lo que fue y empezar a construir lo que mereces. Y eso empieza contigo. Elegirte no es egoísmo, es amor propio, es cuidarte, es sanar. Así que la próxima vez que sientas esa tentación, recuerda: el amor verdadero no te hace daño ni te hace dudar de ti.