Sí, suena paradójico: deberíamos querer pasar más tiempo con esa persona especial, pero ahí estamos, esquivándola como si fuese lo último que quisiéramos. No te preocupes, es algo que muchas personas sienten. Este comportamiento es más común de lo que piensas y tiene sus razones.
¿Por qué actuamos así? ¿Qué mecanismos emocionales y psicológicos entran en juego? Primero, la idea de control juega un papel importante. Según Psychology Today, a menudo evitamos situaciones incómodas como una forma de control emocional. Este control, aunque nos brinda un alivio temporal, puede tener consecuencias negativas a largo plazo. Es como cuando evitas hacer tus impuestos hasta el último minuto; te libras del estrés por un tiempo, pero eventualmente, el problema sigue ahí esperando.
Además, la evitación puede ser una respuesta a la percepción de interés romántico, especialmente si no se comparte el mismo nivel de interés. Wendy L. Patrick, J.D., Ph.D., señala que a menudo evitamos a las personas que muestran un interés romántico en nosotros si ya estamos en una relación o simplemente no estamos interesados en tener una. Esto es parte de una respuesta evolutiva para minimizar la exposición a la agresión y mantener compromisos relacionales existentes.
Ahora bien, normalmente solemos evitar a la persona que nos gusta por estas principales razones.
1. Miedo al rechazo
Vamos a ser honestos, ¿a quién no le da un poquito de miedo que le digan que no? Imagínate, ahí vas, con todas tus ilusiones, y de repente, ¡pum!, un "no" en toda la cara. Duele solo de pensarlo, ¿verdad? Este miedo nos hace crear en nuestra cabeza un montón de historias donde todo sale mal. Pero, ¿y si sale bien? Recuerda, él —no— ya lo tienes, ¿por qué no ir a por ese sí?
2. La idealización
Ah, la idealización. Es como poner a esa persona en un pedestal tan alto que parece un superhéroe de cómic. Pero aquí va la realidad: ¡nadie es perfecto! Todos tenemos nuestros defectos y manías. Si seguimos viendo a esa persona como un ser de luz inalcanzable, jamás nos atreveremos a dar el paso. ¡Bajémoslos del pedestal y veámoslos como lo que son: seres humanos!
3. La zona de confort
La zona de confort es como nuestro sofá favorito: conocido, cómodo y difícil de dejar. Pero piénsalo, ¿cuántas aventuras puedes vivir desde tu sofá? Lanzarse a hablar con esa persona especial es como ir a explorar un nuevo lugar. Puede dar un poco de miedo al principio, pero las mejores historias comienzan así. ¿No crees que es hora de levantarse del sofá?
4. La autoestima
Este punto es superimportante. A veces pensamos que no somos lo bastante buenos, listos o divertidos para esa persona. Pero aquí va una verdad: ¡tú vales un montón! Todos tenemos algo único y especial que ofrecer. En vez de preguntarte si eres suficiente para alguien más, pregúntate si esa persona es suficiente para el increíble ser humano que eres tú.
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5. Miedo al cambio
El cambio puede ser aterrador, lo sé. Es como cuando cambias de teléfono y de repente no sabes dónde está nada. Pero, al igual que con el teléfono, una vez que te acostumbras, ¡no puedes creer cómo vivías sin él! Empezar algo con alguien nuevo puede sacudir tu mundo, pero ¿quién dice que esa sacudida no es exactamente lo que necesitas para sentirte más vivo que nunca?
6. La influencia de experiencias pasadas
Todos llevamos una maleta de experiencias pasadas, y a veces, es pesada. Es normal que, si te has quemado antes, ahora soples hasta en el helado. Pero cada persona y cada relación es un mundo diferente. No dejes que los fantasmas del pasado te impidan disfrutar del presente. ¡Abre tu corazón y dale una oportunidad al ahora!