Esa sensación incómoda de que te observan con cierta intensidad, como si te quisieran fulminar con la mirada. O tal vez has notado comentarios un tanto ácidos o sarcásticos por parte de un amigo o familiar cuando compartes tus logros. ¿Te suena?
La envidia es un sentimiento tan antiguo como la humanidad, presente en todos los ámbitos de la vida. Un estudio de la Universidad de Tilburg1 (Países Bajos) reveló que casi el 30% de las personas admiten haber sentido envidia en el último mes. Y sí, aunque a veces nos cueste aceptarlo, también nosotros podemos ser víctimas de este sentimiento verde.
Pero, ¿cómo saber si alguien te tiene envidia? No siempre es fácil de detectar, pero hay algunas señales que te pueden ayudar a identificar a los envidiosos de tu vida. En este artículo, te diremos algunas de ellas.
1. Los cumplidos que no lo son tanto
A ver, hablemos claro. ¿Quién no ha recibido alguna vez un «cumplido» que más bien parece un dardo envenenado? Te dicen algo como «¡Vaya, qué suerte tienes con tus notas, yo tengo que estudiar mucho para apenas aprobar!» y te quedas pensando… ¿eso fue un halago o me están tomando el pelo? Este tipo de «cumplidos» son la bandera roja de que algo no va bien. La envidia se cuela entre las palabras, y aunque intenten disfrazarla de felicitación, pesa más la intención detrás. Es como cuando te regalan un cactus diciendo que es porque saben que se te mueren las plantas; suena a preocupación, pero sientes el tinte de sarcasmo. La próxima vez que te lancen uno de estos «elogios», sonríe. Has detectado a un envidioso en su estado natural.
2. Minimizar tus logros
Este punto es cuando compartes algo genial que lograste y alguien viene con un «Ah, ¿eso? A mi primo le pasó lo mismo, pero mejor». O sea, ¿en serio? Estás ahí, emocionado, compartiendo tu alegría y alguien decide que es el momento perfecto para sacar el aire de tu globo. Esto no solo es señal de envidia, sino también de una pequeña (o grande) crisis de atención. Parece que algunos necesitan recordarte que el mundo no gira a tu alrededor, aunque sea tu momento de brillar. No dejes que esto te desanime. Al contrario, piénsalo como el juego de «encuentra al envidioso» en tu círculo social. Sigue compartiendo tus éxitos, porque quien realmente te aprecia, se alegrará contigo sin peros.
3. Imitación excesiva
La imitación es el mejor tipo de halago, hasta que deja de serlo y se convierte en un episodio de «Single White Female». Está bien que te vean como un icono de estilo o como inspiración para sus hobbies, pero cuando alguien empieza a copiarte hasta en la forma de respirar, hay algo raro. La línea entre admiración y envidia es delgada y, a veces, la gente la cruza sin darse cuenta, llevados por el deseo de «ser como tú». Si notas que alguien está cambiando su esencia para imitar la tuya, es hora de hablar. Recuérdale que ser uno mismo es lo que realmente está de moda.
4. Alegría forzada por tus éxitos
Esta es delicada porque implica prestar atención a las reacciones más sutiles. Cuando compartes una buena noticia, observa. Si ves sonrisas que no llegan a los ojos o felicitaciones que suenan más vacías que una lata hueca, ahí tienes una señal. La envidia puede hacer que incluso el más querido amigo tenga un momento de «¿y yo qué?» Es natural sentirse un poco bajoneado si estás luchando mientras a otros les va bien, pero la verdadera amistad se trata de alegrarse por el otro, incluso cuando estamos en momentos diferentes. Así que, si notas esa alegría forzada, no es tu trabajo convencerlos de ser felices por ti, pero sí es un momento para valorar quiénes son realmente tus cheerleaders.
Nuestra envidia dura más que la felicidad de aquellos a quienes envidiamos
François de la Rochefoucauld
5. Rumores y chismes
Aquí es donde se pone feo. Nada grita «¡Te tengo envidia!», más fuerte que esparcir rumores o chismes malintencionados. Es la táctica de quienes sienten que, al no poder alcanzarte, intentan tirarte. Lo peor es cuando esos rumores vuelven a ti distorsionados como en el juego del teléfono descompuesto, y no sabes si reír o llorar. La envidia, en este caso, se muestra en su forma más baja, intentando manchar tu reputación porque, al parecer, brillas demasiado. La clave aquí es mantener tu integridad. Los rumores se desvanecen, pero tu esencia permanece.
6. Competencia no solicitada
Por último, pero no menos importante, está la competencia no solicitada. Esa necesidad de algunos de convertir cada interacción en una olimpiada personal. «Oh, ¿corriste 5K? Bueno, yo hice 10K… en la montaña… con los ojos vendados». Aquí, la envidia se disfraza de competitividad, pero en realidad, es un grito de «¡Mírame también!» Lo curioso es que la vida no es una competencia; cada quien tiene su propio ritmo y camino. Así que, si alguien constantemente trata de superarte, toma un respiro y recuérdale (y recuérdate) que no estás compitiendo con nadie más que contigo mismo.
- Van de Ven, N., & Zeelenberg, M. (2004). The social context of envy. Personality and Social Psychology Bulletin, 30(7), 892-900. ↩︎